Juegos cortesanos y espacios de ficción

«Los jardines barrocos se conciben como escenarios para representaciones teatrales, batallas navales y otros juegos que se daban en la vida cortesana. La propia vida en Versalles se concebía como un juego, que era lo más parecido a una representación teatral. El diseño de jardines tiene en el Barroco su máximo representante en André Le Nôtre. Iniciado en la planificación paisajística de Vaux-le-Vicomte, tuvo en Versalles y las Tullerías sus máximas posibilidades creativas. Le Notre rompe con el jardín renacentista, de clara organización estática, e introduce un sistema de ejes y diversidad de espacios consistentes en parterres, bosquecillos  y naturaleza libre y desordenada, fuentes, estanques y canales. El jardín barroco es una idea de integración y dispersión de espacios de una gran variedad, unos para la representación de la vida oficial y protocolaria y otros para la vida privada; todos marcados por un carácter lúdico y una teatralidad. Los juegos de agua en los jardines barrocos eran muy apreciados. En ellos el factor sorpresa y la diversión llegaban a su apogeo. Como se sabe, en Versalles había un grave problema de abastecimiento de agua a pesar de las enormes empresas que se llevaron a cabo para tal efecto. Pero a pesar de todo, Versalles era un vasto escenario animado por el agua aunque solo aparentemente, solo a los ojos del monarca. La vida del rey se alegraba y estimulaba en sus paseos por el parque a través de diversos juegos de agua. Y para que esos juegos se llevasen a cabo sin fallos, una ordenanza de 1762 prescribía:

Cuando su majestad llegue por la calle del estanque, el maestro fontanero
cuidará de dar agua a la Pirámide, a la Allée d'Eau, al Dragón, y tomará sus 
medidas para que estas fuentes alcance su perfección cuando su majestad esté en el punto de vista del extremo de la calle. Como la fuente del Pavillon no puede funcionar si no es cerrando la Pirámide, el mozo fontanero encargado de estas 
dos fuentes cuidará de no cerrar la Pirámida hasta que su majestad no haya
entrado en la pequeña calle del Pavillon, de modo que funcione antes de que su
majestad pueda verla. Cuando su majestad no esté en el jardín pequeño, se parará
todo. Cuando su majestad esté en el canal, la fuente de Apolo funcionará
siempre, pero los surtidores a los pies de los caballos estarán cerrados hasta
que su majestad regrese al jardín pequeño.

El juego aquí era crear la ficción de un espacio, sustitutorio del espacio real con el ocultamiento de la insuficiencia de los recursos de un soberano considerado omnipotente. En Versalles encuentra su máximo exponente el desarrollo de estrategias y técnicas para generar la ilusión como compensación de los efectos de la realidad. Estas estrategias sieguen siendo recurrentes hasta hoy, cuando el espacio público de la ciudad se concibe como simulacro y espectáculo, evento singular ajeno a la vida y para compensar la homogeneidad, la fealdad y otros defectos de la planificación urbana».

Extracto de Angelique Trachana. Urbe ludens. Gijón: Trea, 2014.

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